domingo, 25 de marzo de 2012


En esa tarde de invierno en la que no me importó el frío, lo único que me importó fue estar junto a él.
Esa tarde que recuerdo como si fuera hoy.
Nos sonreímos y comenzó a contarme al oído muy despacio y muy bajito esas palabras que hacían que me derritiera poco a poco. Me abrazó, bajó a mi cuello, siguió por mi mejilla hasta llegar a mi boca y allí se encontró con mis labios. Me besó tan lenta y suavemente, como si nuestros labios fueran frágiles y se fueran a romper.
Abrimos los ojos por un instante y nos vimos tan cerca, cara a cara, tan entregados..
Viajamos juntos como pequeños surfistas de nuestra propia ola.
 Me mordió el labio suavemente para no hacerme daño y de nuevo nuestros labios se unieron, trataron de encajarse lo mejor posible...







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